MAFALDA

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sábado, 7 de junio de 2008

La palma en Colombia

Sembrar palma africana en Colombia es visto por unos como el desarrollo del país y la mejor utilización de las tierras colombianas, y por otros como el barranco hacia el hambre, la destrucción ecológica, y el catalizador del conflicto armado. Para aliviar el evidente conflicto entre los dos puntos de vista es muy necesario examinar primero de donde cada perspectiva aborda la economía colombiana y cual es el contexto en el que cada una visualiza el desarrollo del país. Debido a que la producción dejara a un sector beneficiado y a otro perjudicado para tomar partido es necesario comprender la economía colombiana.
Una mirada rápida a Colombia nos mostraría la falta de tecnología en el campo, la pobreza que se vive en las ciudades por los desplazados, y la dependencia económica de Colombia a las demandas del mercado internacional. Esta ultima explicaría los racionamientos para sembrar palma en Colombia que genera productos de alta calidad para exportación. Colombia entonces cumple el papel de país maquila, obedeciendo a las demandas de otros países y tal vez de esa forma dejando de atender las propias. El resultado de anteponer las necesidades ajenas a las propias resulta el saqueo de recursos colombianos. Se argumenta que con la palma se desarrollara el país, y bien esto solo se hace con una reducida cantidad del sector privado. Es decir, las ganancias de la producción de palma será para unos cuantos empresarios y no para todos los colombianos ni mucho menos para los que sembraran la tierra. Entonces para solucionar el problema de perspectivas: si por desarrollo del país se entiende sangrar y ayunar para que unos cuantos colombianos( casualmente también en el control político) y muchos extranjeros se compren su carros entonces la palma es una gran opción. Si por el contrario, con desarrollo del país se esta refiriendo al incremento de la calidad de vida, la igualdad, y el avance regional; entonces la palma es la cara pervertida que viola a los colombianos con una sonrisa en la cara.
Aproposito, la universida de antioquia es una de las lideres en investigacion en de la palma africana y de sembrados alimenticios que produscan fuentes de energia alterna.

Logica

Una mano con el puño cerrado, la piel seca y olvidada, y las venas hinchadas de tanta sangre que corría en ellas. La otra mano con la palma abierta, albergando la suave y pequeña mano de su hija. Con cada campanazo que escuchaba se apresuraba y halaba a su hija y durante la silenciosa frialdad de la mañana que le proseguía; era su hija quien la empujaba. Matilde iba con la cabeza en alto, con las mejillas rojas y los labios grises machacados por el viento, mirando al suelo tan solo para ayudar a su hija a subir las escaleras o saltar un desagüe. Cuando por fin llegaron a la iglesia, de puertas enormes e inalcanzables, esta, ya estaba llena, pero lograron ser embutidas en la última banca.

Con devoción y como si no existiera nada mas Matilde se arropó con la bendición y se cercioró de que Laurita hiciera lo mismo. El cura fue extenso y convincente en su discurso, relajado el puño dispuesto de Matilde y permitiéndole a sus venas soportar la furia de su sangre. Cuando fue la hora de la ofrenda, Matilde se apresuró a darle dos monedas a Laurita para que ella las entregara y tras los avisos parroquiales y la bendición del padre. Matilde largo el paso y entró al mundo sin puertas de las calles.

Se detuvo tres veces en su camino a la escuela de Laurita para apretarle la bufanda y reprocharle por habérsela aflojado. Con tildada ternura e instintivo amor le hecho la bendición y la vio desaparecer junto la multitud de niñas con vestidos de rayas grises y rojas que les llegaban hasta un poco mas debajo de la rodilla.

Luego, Matilde paró el bus en la esquina y después de una hora de viaje, se bajo mecánicamente en frente a la fabrica textilera. Tomó su lugar al lado de María y comenzó, sin dudarlo, a realizar su labor. No la detuvieron unas cuantas chuzadas que le alborotaron la sangre, ni la piquiña de sus manos que iban entregando pedazos de piel muerta al viento, ni mucho menos las ganas de orinar la agua panela consumida esa mañana. A las siete de la noche, con las lágrimas en el balcón de los ojos, se paro apresuradamente, junto con todas sus compañeras, y se dirigió a la parada del bus que la llevaría de vuelta al hogar.

Esa noche no reino el silencio en la mesa de comida, y se mezclaban con el olor de frijoles el olor a sinsabor del trabajo de Matilde, el olor a tierra de las botas de Mario y el olor a simpleza de la felicidad de Laurita.

En la noche nadie durmió, avivados por la toz enfermiza y florecida de Laurita. Matilde estuvo a punto de no llorar y Mario estuvo a punto de hacerlo. Laurita era ignorante y ajena a las lágrimas que germinaban en sus ojos. La toz era instintiva y Matilde se esforzaba en callarla con rezos innumerables y evocaciones temerosas. Para la misa de seis, después de despachar a Mario, Matilde había conseguido que Laurita se tragara la toz. La arropo muy bien, pero con la mano temerosa. A Matilde no le rendían los cálculos para apresurar ese día de descanso del trabajo que le permitiría llevar a Laurita al médico. Aceleró sus pasos y enfocó las pupilas, con la esperanza de que así pasarían más rápido los días.

Durante misa, la sangre no la dejaba concentrar en la voz del padre, el techo de la iglesia se hacía más tangible, casi asfixiante. Matilde sabía que Laurita tenía fiebre y le comento a la profesora sobre la enfermedad. Con ganas de no pensar, pero sumergida entre la toz y la preocupación, Matilde Pidió hablar con su jefe para solicitarle la tarde libre.

“no fue el mes pasado que me pediste permiso un día libre para enterrar a tu madre”

Fue la respuesta que le chupó el rojo de la cara a Matilde, agolpándole toda la sangre a sus puños cerrados con fuerza.

A las ocho de la noche con las lágrimas en la acera de los ojos, se dirigió a esperar el bus con las demás mujeres. Esa noche, la toz de Laurita no causaba tristeza sino una desembocada rabia hacia un punto infinito e invisible que, por no existir, hacia concentrar más la rabia de Matilde.

Laurita no iría al colegio esa mañana y fue encomendada con cien mil bendiciones a Bernarda, la vecina dueña de la tiendita de la esquina.

Los Botones se deslizaban en las manos de Matilde, las agujas insistían en clavarse en el dedo índice, y los ojos se llenaban de lagrimas que humedecían el rosto seco de Matilde y le recordaba que estaba viva. A las doce en punto las manos de Matilde, sin previo aviso, pararon su trabajo. Matilde no supo cómo explicarle a sus dedos que debían seguir trabajando. En ese momento Matilde empezó a sentir el dolor de las chuzadas en los dedos, la nostalgia de sus arrugas en la cara, el olvido de sus compañeras tras las maquinas de coser, la ironía en la camisa que cosía, la bofetada de las palabras de su jefe, La angustia por comprar la leche para esa noche y la rabia de la enfermedad de Laurita. Fue entonces cuando Matilde comprendió a sus manos y le comando a sus pies que emprendieran la marcha. Se paró y se fue.

Encontró a Bernarda pegada de la camándula mientras Laurita temblaba y sudaba. Matilde cogió a la niña, saco los únicos ahorros que tenia y fue a pedir un taxi con destino al hospital. En el hospital todo era pálido, aséptico y que la única sangre que allí había estaba guardaba en fríos tanques herméticos de color gris. A las cinco de la tarde Laurita dejo de templar y Matilde grito en medio de la sala de espera. La piel de Laurita se enfriaba mientras la de Matilde comenzaba a hervir.

EL cura dedicó una misa en nombre de Laurita y le dijo a Matilde que Dios había decidido llevarse a un angelito de la tierra para que estuviera a su mano derecha. El cura puso la mano sobre el hombro de Matilde, pero este no había parado de hervir y el cura enseguida tuvo que retirar la mano. Matilde en cambio, apretó más fuerte la mano de Mario y cerró los ojos para escuchar la corriente de su sangre.

Sandra Ximena De Fex

jueves, 22 de mayo de 2008

De una mujer

Me retiño las cejas por miedo, hipocresía, amor o inocencia.
Ya que se me han clavado astillas de espejo,
aunque no es mi reflejo lo que dicen que soy
Y me consumo,
y me quemo
Tras una sonrisa que debe ser blanca.

No eleves mi imagen tan oportunistamente,
vacía, hueca; pero debe ser bella.
No pisotees mi cara tan hipócritamente,
cansada, herida; pero debe ser tierna.

No me reconstruyas de recortes de revistas,
ni de sombras de muertas;
sino que créame de la tierra húmeda y fértil.
No me busques entre estereotipos marcados con mis lágrimas,
mejor encuéntrame en mi soberbia, amor, pasión, defectos y sueños.

Para conocerme a mí, tan solo la única yo,
sin enmarcarme en cola de novia o minifalda de puta
Tendrás que partir de mis manos
y llegar a las multitudes que danzan en mi interior

Y si me preguntas a quien le escribo te diré:
A mi soledad,
a nuestro propio encierro, mujeres
y aquellos hombres que siguen el absurdo tapete que hemos aspirado

Sandra De Fex

jueves, 15 de mayo de 2008

Carne, hueso, madre


Amor que me entregas no por una fuerza divina

amor no eterno, no enigma

amor que me palpa sin manos de viento

amor no perpetuo, no misterio

Amor que me entregas por fuerza del llanto

Amor mortal, comprensible

Amor que me acaricia con manos de sangre

Amor húmedo, sincero

Amor de madre

Amor de montana, llano y mar

Amor de hidrogeno, carbono y oxigeno

amor de tierra, basura y pobreza

pues madre, no eres mi deidad

mas eres tiempo que siento, que huelo

no soy tu sombra, no eres mi recorrido

mas soy sonido y eres color

Tu belleza no es delicadeza, perfección

Es tu dureza, tu humanidad, tu deterioro

Tu grandeza no es felicidad

Es tu realidad, tu frio, tu dulce

Madre no eres madre de instinto

Sino madre de savia

Madre de tiempo

Madre de verbo

Madre eres unión sin azúcar

Vida sin ilusorios espejos

Fuerza sin arpa de ángel

Amor de neurona simple y bello

sábado, 29 de marzo de 2008

Todo es demasiado sencillo como para aceptarlo. Soy sandra respiro hoy un sabado a las 1:24....absolutamente dodas las demas ideas, pensamientos, y persepciones no existen.